Sheinbaum le pone un alto al buleador del mundo

Donald Trump volvió a amenazar a México con intervenciones militares, como si estuviera en campaña para sheriff del mundo. Lanzó la bravata de que, si regresaba a la Casa Blanca, podría enviar tropas a combatir cárteles en territorio mexicano. Lo mismo de siempre: ruido, intimidación, la fanfarronería que lo caracteriza.

La presidenta Claudia Sheinbaum no cayó en el juego. No se exaltó, no hizo aspavientos, no respondió en el tono que él esperaba. Simplemente marcó el límite con absoluta claridad: México no permitirá ninguna acción militar extranjera en su territorio. Y lo dijo sin necesidad de levantar la voz. Solo firmeza pura.

Lo extraordinario no fue la respuesta, sino la manera. Sheinbaum no se envolvió en discursos inflamados ni buscó protagonismo; respondió desde un lugar que Trump no sabe manejar: la serenidad de quien tiene el control. Porque para un buleador, nada es más desconcertante que alguien que no se intimida.

México ya vivió intervenciones estadounidenses y pagó con la mitad de su territorio. Esa historia no se repetirá bajo su mandato. Y eso lo dejó claro sin dramatizar, pero con una determinación que no deja espacio a dudas: la soberanía se respeta.

A diferencia de otros sexenios que temblaban, sobreactuaban o se guardaban silencios incómodos, Sheinbaum trazó la línea de manera precisa. La colaboración es bienvenida; la invasión, jamás. Lo dijo sin estridencias, sin cálculo, sin necesidad de presumir fuerza. La fuerza se ejerce, no se presume.

En tiempos de amenazas huecas y discursos altisonantes, México tiene una presidenta que no necesita ruido para marcar postura. Que sabe manejar al hombre más impredecible del planeta sin concederle un milímetro. Que entiende que la soberanía no es un accesorio simbólico, sino un punto de no retorno.

Trump habló como siempre.

Sheinbaum respondió como nunca.

Y hoy quedó claro:

México tiene presidenta.

Y la presidenta tiene carácter.

EpicentroMx