“Parásitos: cuando nuestros miedos escriben nuestra historia” 💬
- Redacción
- 24 oct
- 2 Min. de lectura
Hace algunas tardes, sin saber muy bien qué ver en la televisión, volví a poner “Parásitos”, la película de Bong Joon-ho.
La recordaba intensa, sí, pero esta vez me golpeó distinto.
Quizá porque uno cambia, y las películas que vimos alguna vez también cambian con nosotros.
Pensé en cómo las experiencias de las familias Kim y Park modelan sus miedos y deseos… hasta empujarlas a un final que ninguno de ellos buscaba, pero todos estaban construyendo sin darse cuenta.
Y me di cuenta de algo que se repite en todos nosotros:
esa idea silenciosa de que seremos felices cuando todo salga como queremos.
Creemos que la felicidad es cuestión de control.
De que el mundo, las personas, las circunstancias y hasta la vida misma se acomoden a nuestras formas, a nuestras expectativas, a lo que creemos que merecemos.
Pero la vida casi nunca es obediente a nuestros planes.
En la película, los Kim temen perder la oportunidad que les permita salir de la precariedad.
Los Park temen perder el confort que les da la sensación de estar a salvo.
Parecen opuestos, pero en realidad los une lo mismo:
el miedo a perder lo que creen que los sostiene.
Y cuando nos aferramos demasiado a la idea de que las cosas deben ser como las imaginamos, el ego empieza a crecer.
Y la empatía —esa lenta, sencilla, humana habilidad de mirar al otro— empieza a quebrarse.
Eso es lo que realmente desata la tragedia.
No la pobreza.
No la riqueza.
No la violencia en sí.
Sino la incapacidad de ver al otro como alguien que también está intentando no hundirse.
El ego dice:
“Mi felicidad primero.”
La vida responde:
“La felicidad no se construye solo.”
Tal vez la lección esté ahí:
no se trata de renunciar a los sueños,
pero sí de soltar la ilusión de que solo seremos felices cuando el mundo se ajuste a nosotros.
La vida no es perfecta.
Las personas tampoco.
Y la felicidad —cuando llega— aparece casi siempre en los encuentros, no en el control.
Es viernes.
Respira.
Haz espacio para ti.
Y para alguien más.
Ahí, justo ahí, empieza la felicidad posible.
EpicentroMx






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