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“La firmeza tiene nombre: Sheinbaum y el cordón invisible del control”📍

  • Redacción
  • 22 oct
  • 2 Min. de lectura

«No robar, no mentir, no traicionar.»

Ese ha sido el mantra de la Cuarta Transformación desde que asumió el poder: un llamado a la “justa medianía”, a la austeridad republicana y a la congruencia entre discurso y vida pública. Pero en estos días, ese principio se ha puesto a prueba. Viajes costosos, helicópteros privados usados como transporte personal, y otros excesos han encendido las alertas sobre el rumbo ético de algunos representantes del movimiento.


Frente a ello, la presidenta Claudia Sheinbaum no ha titubeado. Sin levantar la voz, ha marcado distancia y ha exigido que sus correligionarios actúen con la mesura que el proyecto exige. Su estilo no es el de la confrontación pública, sino el de la señal firme: el poder es servicio, no privilegio.


Durante la reciente sesión de la Cámara de Diputados, mientras se discutía la reforma a la Ley de Aduanas, el diputado Cuauhtémoc Blanco fue captado jugando pádel en horario de trabajo. La presidenta no pasó por alto el hecho: señaló que la Cámara tendría que valorar si este tipo de conductas ameritan sanción. Sin necesidad de gritos ni linchamientos mediáticos, su mensaje fue claro: en la 4T, la responsabilidad no es negociable.


Esa línea de conducta empieza a permear. El senador Gerardo Fernández Noroña, invitado por el gobierno de Palestina a un viaje a Medio Oriente —con posible visita a Gaza, ciudad aún marcada por la destrucción—, anunció que pedirá licencia para evitar cualquier señalamiento. Es una decisión preventiva, sí, pero también un reflejo del nuevo código interno que impulsa la presidenta: “te lo digo por tu bien, pa’ que no llores luego”.


Sheinbaum está trazando su sello: un liderazgo que no tolera los excesos, que exige coherencia y que prefiere el trabajo a ras de tierra por encima de los lujos de la política tradicional.

Porque el movimiento que ella encabeza no se sostiene con lealtades ciegas, sino con disciplina y ejemplo.


Y hoy, más que nunca, la firmeza tiene nombre.


EpicentroMx

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