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“Entre la rabia y la razón: el asesinato del alcalde de Uruapan”

  • Foto del escritor: MARCO ANTONIO VALDERRAMA RODRIGUEZ
    MARCO ANTONIO VALDERRAMA RODRIGUEZ
  • 3 nov
  • 2 Min. de lectura

Este fin de semana, México volvió a estremecerse.

El asesinato del alcalde de Uruapan sacudió al país entero y detonó una ola de rabia ciudadana. La indignación colectiva se extendió como un eco que recorrió redes, calles y conversaciones. En momentos así, el país parece latir al unísono —con dolor, con enojo, con miedo—.


La psicología de las multitudes y el contagio emocional


El pensador francés Gustave Le Bon explicaba que, cuando la emoción domina, la razón se repliega. En la multitud nace un “alma colectiva” que anula la individualidad, y en ella prosperan la sugestión, el contagio y la pérdida del juicio. Esa descripción, escrita hace más de un siglo, sigue vigente: basta un crimen atroz para que el país se convierta en un solo cuerpo dolido que exige justicia inmediata.


Pero el riesgo de actuar solo desde la rabia es que se pierda el contexto, y se distorsione la realidad. En este caso, tras el asesinato del alcalde, circuló con fuerza la versión de que el Ejército había retirado a 200 elementos de Uruapan, dejándolo prácticamente sin resguardo. La idea caló hondo: la narrativa del abandono estatal.


La aclaración que cambia el cuadro


Sin embargo, hoy lunes, durante la conferencia matutina, el general secretario de la Defensa Nacional aclaró que no se trató de un retiro, sino de una rotación rutinaria de personal, efectuada el 8 de octubre, dentro de los relevos normales que realiza la dependencia.

Lejos de reducir la presencia militar, el 18 de octubre llegaron 100 elementos adicionales para reforzar la seguridad en la región.

Con esa precisión, el general zanja la idea de que Uruapan fue abandonado: al contrario, se fortaleció su presencia operativa.


Los avances que no se deben perder de vista


Es cierto: el crimen indigna, y la violencia duele. Pero en el terreno de los datos, también hay señales de avance.

En lo que va del año, México registra en promedio 22 homicidios dolosos menos cada día en comparación con 2024. En varios estados los índices de violencia han caído, y la coordinación entre fuerzas federales, estatales y municipales muestra resultados concretos.


Nada de esto alivia el dolor de las familias ni justifica la pérdida de una vida. Pero sí nos recuerda que la estrategia nacional de seguridad no es un discurso vacío: está en marcha, y empieza a producir efectos visibles.


La serenidad como antídoto


En tiempos de tragedia, mantener la calma puede parecer una forma de indiferencia, pero es lo contrario: es un acto de responsabilidad cívica. La serenidad permite pensar, exigir con inteligencia y no alimentar la desinformación.

El país necesita indignación, sí —pero también lucidez—. Solo así la justicia será posible.


Entre la emoción y el juicio


La muerte del alcalde de Uruapan nos enfrenta a lo peor del crimen y a lo mejor del espíritu público: el deseo de justicia. Pero si queremos transformar ese deseo en resultados, debemos equilibrar la rabia con la razón, la emoción con el juicio.


“Razón sin frialdad, emoción sin descontrol, justicia sin ceguera.”


Hoy, más que nunca, entender también es una forma de luchar.


EpicentroMx

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