📍“El viejo reflejo del imperio”
- Redacción
- 16 oct
- 2 Min. de lectura

Estados Unidos vuelve a hacer lo que mejor sabe hacer: meter la mano donde nadie lo llamó.
La reciente cancelación de visas a funcionarios y políticos latinoamericanos —empezando por México y extendiéndose a varios países del sur— no es una medida diplomática, es un mensaje político. Uno con acento en campaña, escrito por Donald Trump y su idea de que el continente le pertenece.
El mismo Trump que ahora advierte a los argentinos que si la izquierda gana las próximas elecciones “se acaba la generosidad de Estados Unidos”. Generosidad… palabra curiosa para un país que históricamente ha confundido ayuda con dominación.
De Chile a Nicaragua, de Guatemala a Venezuela, el libreto es el mismo: condicionar relaciones, amenazar con sanciones, jugar al sheriff hemisférico que reparte castigos y recompensas según su conveniencia.
En México, las revocaciones de visas a decenas de funcionarios se disfrazan de lucha contra el narcotráfico, pero el trasfondo es claro: presión política. No es coincidencia que las medidas se concentren en gobiernos de izquierda o progresistas. Washington no cancela visas, cancela autonomías.
La diferencia es que hoy América Latina no es la de hace 40 años. Hay un nuevo mapa político, nuevos equilibrios, y una generación que ya no se traga el cuento del “buen vecino”.
Cada vez que Estados Unidos intenta doblar a la región, lo que consigue es recordarnos por qué es necesario tener voz propia, política exterior soberana y memoria histórica.
Trump puede volver a la Casa Blanca, pero no puede devolvernos al siglo XX.
Porque el injerencismo es el reflejo de un imperio que no soporta verse en el espejo de un continente que, poco a poco, dejó de pedir permiso.
EpicentroMx






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