“El poder se construye con los pies en la tierra”: Waldo Fernández.
- Redacción
- 20 oct
- 2 Min. de lectura
En tiempos donde muchos políticos se alejan del ciudadano, Waldo Fernández decidió hacer lo contrario: salir del despacho y poner su escritorio en la calle.
Ahí, entre toldos, mesas y carteles de servicio social, escucha, gestiona, vacuna perros y gatos, asesora jurídicamente, detecta enfermedades, tramita apoyos.
Su “escritorio callejero” se volvió una institución: un punto donde la política deja de ser discurso y se convierte en acción cotidiana.
Esa práctica —tan simple como efectiva— está cambiando la percepción del senador en Nuevo León.
Porque cuando alguien ve a un legislador doblarse para vacunar a un cachorro o llenar un formulario de apoyo, entiende que no está frente al político tradicional. Está frente a alguien que camina, escucha y resuelve.
Y ese estilo, a ras de tierra, es el que lo está fortaleciendo más que cualquier spot o tribuna.
Mientras tanto, desde el Senado, Fernández mantiene una labor destacada como presidente de la Comisión de Seguimiento a la Implementación del T-MEC, pieza clave en la relación comercial más importante para México.
Ahí articula políticas sobre semiconductores, manufactura limpia y cadenas de valor, pero sin perder la brújula local: lo nacional y lo estatal como vasos comunicantes.
Por eso no sorprende que el Partido Verde Ecologista haya decidido jugar sus cartas y anunciar —vía su dirigente estatal Edgar Salvatierra— que su estructura apoyará con todo al senador Waldo Fernández rumbo al 2027.
“Nada perdidos”, dirían en el norte: vieron hacia dónde sopla el viento y se acomodaron temprano.
Y no es para menos.
Fernández tiene un equipo que trabaja con ritmo y método, y figuras como Francisco Javier “El Abuelo” Cruz, cuya popularidad cruza colores partidistas, se están sumando a su causa.
La ecuación es sencilla: cercanía + trabajo real + alianzas vivas = crecimiento político
sostenido.
Mientras otros políticos presumen en redes, Waldo Fernández levanta simpatía en colonias, plazas y calles.
Y en Nuevo León, donde la gente ya se cansó de los reflectores sin resultados, eso vale más que mil discursos.
Porque el poder —cuando es auténtico— no se construye en los pasillos.
Se construye con los pies en la tierra.
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