“El nuevo meme de Samuel García: inversión millonaria que duró dos horas”
- Redacción
- 13 nov
- 2 Min. de lectura
El gobernador de Samuel García volvió a montar un espectáculo de anuncios de alto voltaje —y esta vez la trampa brilló más que el engaño. En un evento con bombo y platillo, afirmó que Nvidia, gigante mundial de semiconductores, invertiría 1 000 millones de dólares en un “Green Data Center” de inteligencia artificial en Nuevo León.
En un video difundido en X, el gobernador declaró: “Nvidia, la empresa más importante de software e Inteligencia Artificial, llega a nuestro estado con un billón de dólares. Construirán el primer Green Data Center de Inteligencia Artificial en México… y obviamente estará en Nuevo León.”
Pero la alegría duró exactamente dos horas: Nvidia desmintió la inversión, aclarando que no tiene planes financieros en Nuevo León y que su presencia se limita a “iniciativas de cooperación, investigación y formación de talento”.
Luego, el gobierno estatal tuvo que rectificar: la inversión sería de otra empresa —mexicana, desconocida— con tecnología de Nvidia, y por muchísimo menos dinero.
El episodio no es solo un traspié comunicativo: es una radiografía del estilo de gobernar de Samuel García.
Porque el anuncio meteórico explota la esperanza de inversión millonaria, la expectativa de transformación inmediata.
Y cuando ese castillo de promesas se viene abajo, lo que queda es la burla pública.
Este no es el primer reflectorfijo del gobernador: recordemos que ya había prometido la llegada de Tesla con una gigafábrica multimillonaria que aún no se materializa.  Esa lógica del anuncio grandioso, del “mirrey en antro” que busca impresionar con promesas imposibles, hoy nos da la carcajada: el gobernador busca quedar como el VIP de los negocios, aunque el negocio no exista.
Y mientras otros gobernadores trabajan en silencio, con facturas y contratos reales, Samuel saca el micrófono y dispara titulares. Pero invertir confianza sin respaldo termina siendo igual a cansar al público. Porque los ciudadanos ya no solo quieren promesas: quieren resultados.
En el fondo, este fiasco revela una lección mayor para la política de inversión en México: las promesas deben contrastarse con la realidad empresarial, la publicidad con la letra chica, el “ya casi” con el “ya está firmado”. Un anuncio no es un contrato. Y un contrato es lo que convierte expectativas en empleos, en infraestructura, en futuro.
Samuel García puede seguir anunciando, firmando y posando con corbata y doctorados. Pero mientras sus promesas se evaporen antes del café de la tarde, ¿qué le queda a Nuevo León?
Un estado saturado de espectáculos y escaso de certezas.
EpicentroMx






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