“El FONDEN: el último refugio del cinismo”
- Redacción
- 15 oct
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Cada vez que el país enfrenta una tragedia natural, los mismos de siempre salen a clamar por el regreso del FONDEN, ese viejo fondo de desastres que, más que proteger a las víctimas, servía para rescatar a los corruptos.
Lo presentan como si fuera una reliquia de eficiencia, pero lo cierto es que el FONDEN fue durante años el cajero automático de los gobiernos del PRI y del PAN.
Basta recordar los escándalos que lo rodearon: millones desviados en la reconstrucción de Oaxaca tras los sismos de 2017; contratos inflados en Guerrero después de Ingrid y Manuel; y factureras que florecieron con los recursos destinados a Chiapas, Veracruz o Tabasco. El FONDEN no se eliminó por capricho: se desmanteló porque era un coladero por donde se fugaban los recursos públicos disfrazados de ayuda humanitaria.
Lo que existe hoy es distinto: un fondo presupuestal —no un fideicomiso opaco— de 19 mil millones de pesos, controlado directamente por la Federación con reglas claras de operación y transparencia. No se trata de improvisar, sino de cerrar la puerta a los “intermediarios solidarios” que tanto lucraron con la tragedia.
Pero, claro, la derecha oye lo que quiere oír y entiende lo que quiere entender.
En su narrativa, eliminar un fideicomiso lleno de fugas equivale a dejar desamparado al país. En la realidad, se trata de evitar que los mismos que se enriquecieron del dolor ajeno sigan metiendo la mano al presupuesto.
El país necesita respuestas rápidas ante la emergencia, no cuentas bancarias con doble fondo.
La diferencia entre el viejo FONDEN y el nuevo esquema es la misma que entre la corrupción y la eficiencia: una beneficiaba a unos cuantos, la otra intenta llegar a todos.
Por eso no sorprende que quienes hoy lloran al FONDEN sean los mismos que alguna vez lo saquearon.
Tienen razón en defenderlo: les daba de comer.
EPICENTRO MX






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