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“Carroñeros del dolor: cuando la tragedia se convierte en botín político”

  • Redacción
  • 4 nov
  • 2 Min. de lectura

En México, el asesinato del alcalde de Uruapan no solo cimbró conciencias; también destapó la peor cara de la política. Apenas habían pasado unas horas del crimen y ya los buitres del oportunismo sobrevolaban las redes y los foros públicos. Vimos a Alito Moreno posar en redes con un sombrero ensangrentado, un símbolo tan burdo como insensible. Vimos a Ricardo Salinas Pliego, dueño de un emporio mediático y aspirante presidencial, colocarse ese mismo sombrero en un mitin improvisado dentro de sus oficinas, intentando transformar el dolor nacional en espectáculo. Ambos aprovecharon el momento con la voracidad de quien huele sangre y no empatía.


En contraste, Iván “Mero Perro”, líder del movimiento juvenil que supuestamente encabezaría una marcha en nombre de las juventudes, se deslindó públicamente. Aclaró que quienes convocan no representan a las generaciones Z ni sus valores, porque no comparten ideas conservadoras, clasistas ni fascistas. Su pronunciamiento fue más que una aclaración: fue un espejo que dejó en evidencia a los carroñeros. Porque lo que estos actores buscan no es justicia ni paz; es recuperar sus privilegios, evadir impuestos y volver al poder por sus fueros.


Mientras unos convierten la tragedia en mitin, la presidenta Claudia Sheinbaum lanzó el “Plan Michoacán por la Paz y la Justicia”, que contempla acercamientos con empresarios, productores, religiosos y actores políticos locales para establecer directrices que recompongan el tejido social en Michoacán desde varios ejes, pero con uno central: atacar las causas de la violencia. En lugar del ruido o la estridencia, eligió la estrategia que mejor la define: el tejido fino, ese trabajo paciente y meticuloso que busca recomponer el equilibrio social sin ceder ante la provocación ni la histeria mediática.


Y la cereza del pastel: fuentes de seguridad consultadas por EpicentroMX confirman que está por concretarse la captura de un líder criminal de alto rango en la región, lo que reforzará aún más la idea de que la seguridad en México avanza y que la presencia del Estado no se mide por discursos, sino por resultados.


Mientras los carroñeros montan escenarios, el Estado trabaja. Mientras unos se disfrazan de redentores, otros tejen soluciones. Y mientras unos buscan likes, hay quienes buscan justicia. En medio de la agitación social que vive Michoacán, el país empieza a distinguir con claridad quiénes están del lado del pueblo y quiénes solo lo usan de pretexto. Porque al final, la tragedia no solo revela a los criminales: también desnuda a los oportunistas.


Cuando la sangre se vuelve espectáculo, la política muere un poco más. Pero cuando el Estado responde con serenidad, la esperanza resucita.


EpicentroMX

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