“Bajo la lluvia, se mide el liderazgo”
- Redacción
- 14 oct
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Llovió en cinco días lo que suele caer en un mes entero. Las presas desbordaron, los caminos se partieron y cientos de comunidades quedaron aisladas entre el lodo y la incertidumbre. No hay plan de riesgo que alcance cuando la naturaleza decide recordarnos su fuerza. Los modelos hidrometeorológicos se construyen sobre datos históricos, pero esto —lo que está ocurriendo en Veracruz, Puebla, San Luis Potosí y Querétaro— desbordó cualquier antecedente.
Aun así, algo llamó poderosamente la atención: la decisión de la presidenta Claudia Sheinbaum de acudir personalmente a las zonas afectadas. En Poza Rica, en medio del caos, un joven la increpó desesperado buscando a sus compañeros desaparecidos. Ella pidió paciencia. No hay libreto para momentos así. Pero exponerse a ese escenario —sabedora de que habría reclamos, enojo y dolor— requiere de una valentía política y humana que pocas veces se ve.
Sheinbaum fue como jefa de Estado, no como operadora política. Lo hizo a diferencia de lo que vimos en 2023, cuando el entonces presidente López Obrador esperó que se enfriara la crisis del huracán Otis antes de pisar Acapulco. Esta vez, no hubo cálculo, hubo presencia. Ir al sitio del desastre, con botas llenas de lodo, significa más que cualquier discurso: es poner el cuerpo donde están los problemas.
En la política mexicana estamos acostumbrados a los recorridos planeados, a los sobrevolares desde helicópteros y a las fotografías con los damnificados. Pero esta vez la escena fue distinta. En medio de la tormenta, la presidenta prefirió escuchar directamente a quienes lo perdieron todo, sin intermediarios. Y esa imagen —la de una mandataria mojada, expuesta, pero firme— dice más sobre el tipo de liderazgo que tiene hoy México que cualquier boletín oficial.
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