top of page

🌵 Vernáculo: la cocina que te vuelve norestense

  • Redacción
  • 20 oct
  • 2 Min. de lectura

ree

Comer es una necesidad biológica. Salir a comer, en cambio, es un ritual. Un acto que dice tanto de quién eres como del lugar donde te sientas. Comer implica acercarte a una geografía: a su sal, su tierra, su mar. En un plato se resume el carácter de un pueblo.


Fui a Vernáculo, Cocina del Terruño, en San Pedro Garza García, y este sitio es más que un restaurante: es un templo. Desde la entrada lo anuncia todo: paredes terracota, vegetación seca, cactus, platos de barro, humo de leña y música norteña a buen volumen. No hay disfraz: lo que ves y hueles es lo que vas a comer.


Esta vez, no comí solo. Me acompañó un alcalde, hombre de buen apetito y mejores intenciones. Entre bocados y tragos de vino, hablamos del futuro, de hacer equipo, de cómo podría ayudarlo a poner orden en las finanzas municipales. Conversación seria, sí, pero con el tono que solo una mesa bien servida puede inspirar.


Comenzamos con una tortilla ribeteada rellena de carne asada. Gorda, imperfecta, con sus zonas quemadas que le dan orgullo. En la cima, un puré de aguacate cremoso y una cebolla asada que sostiene una salsa ácida con chiles. Cuando la abres, deja escapar los trozos de carne y frijol refrito: simple, brutal y adictiva. Esa primera mordida te recuerda que lo sencillo, cuando está bien hecho, se vuelve religión.


Después llegó la tostada empolvada de jaiba de Tampico, con su base de maíz firme y un topping naranja de pimiento que resalta la dulzura del crustáceo. El toque final de queso oreado la lleva a otro nivel: arriesgada, sí, pero redonda y con identidad.


El plato fuerte fue un rib eye colgado con sal negra y salsa de piquín oscuro. Portentoso, casi teatral. En boca, el humo y la acidez se funden en una sinfonía rústica y perfecta. Todo acompañado de un Fauno tinto de Ensenada, ensamble de Nebbiolo y Cabernet: elegante, profundo y con el carácter que exige esta cocina de tierra y fuego.


El cierre fue dulce y poético: pan de mezquite con helado de leche de cabra. El tipo de postre que te reconcilia con la vida y te recuerda que el norte también sabe ser delicado.


Vernáculo no busca conquistar con artificios, sino con autenticidad. Su mayor acierto es comunicar con fuerza —en cada aroma, en cada textura— lo que significa ser del norte. Sales de ahí entendiendo el territorio, pero sobre todo, saboreándolo.


Y aunque llegues de lejos, entre el humo, la leña y el vino, terminas convertido —aunque sea un poquito— en norestense.

Por Von Vivar | Epicentro MX


Calificación de Von Vivar:

🔥 Para políticos con hambre de futuro y comensales que respetan la leña.

Cocina que huele a tierra y sabe a historia.



ree
ree
ree

Comentarios


© Copyright 2025 Todos los derechos reservados.

bottom of page